La
buena relación con los hijos/as se fomenta desde que estos nacen. En la
adolescencia los padres tienden a sentir que su relación con ellos se
lacera debido a que sienten lejanía y aislamiento por parte de ellos y
se muestran desinteresados en la familia; pero esto no significa que no
tengan una buena relación, simplemente que los hijos/as entraron en otra
etapa, una que se caracteriza por el cuestionamiento de los límites y
la búsqueda de pertenencia entre sus pares.
Uno
de los errores más comunes que tienen los padres y madres en esta etapa
de la adolescencia es pensar que es el momento indicado para ser amigos
de sus hijos. Este tipo de iniciativa aunque se oiga muy bien, en la
vida diaria no tiene tan buenos resultados. Esto se debe a que en el
momento de elegir ser amigo/a o padre/madre la mayoría de las veces se
debe elegir lo segundo y es en ese momento cuando la “amistad” se rompe.
Los
amigos/as no ponen límites, no disciplinan, no castigan y no
contradicen; los padres/madres sí deben hacerlo cuando es necesario y
pertinente para el bienestar de ellos mismos. La amistad y la autoridad
no van de la mano. En la amistad la relación es igualitaria, están al
mismo nivel, cosa que es imposible en la dinámica padres-hijos.
Se
mal entiende que si no se forma una amistad con los hijos/as es porque
existe una relación disfuncional, lo cual está completamente equivocado.
La confianza no viene dada por ser amigo o no, la confianza se ha
creado a través del tiempo, por el tipo de relación que se ha forjado
entre padres e hijos/as. Ahora, vamos a definir bien el concepto de
confianza y comunicación en este tipo de relación: confianza no es que
los jóvenes cuenten todo lo que hacen, piensan y sienten. Eso es cosas
entre pares. La confianza que se debe motivar es la seguridad de que el
vínculo es fuerte entre la díada paterno-filial, y que al ocurrir algo
habrá apoyo, que cuando no entiendan preguntarán, que ante la duda
cuestionaran, y sobre todo que la confianza funcionará como una calle de
dos vías.
Es
recomendable que las madres/padres estén actualizados sobre el ambiente
(físico, social y virtual) en que se desenvuelven sus hijos/as. Es
importante que aún los progenitores estén inmersos en estos mundos
virtuales, deben respetar las distancias y no invadir a sus hijos con
comentarios e insinuaciones en públicos. Más bien dejar cualquier
sugerencia o la imposición de un límite para hablarlo de forma personal.
Tener en cuenta que esta
herramienta virtual se utiliza para estar al tanto y en contacto con los
hijos/as, para tratar de hablar el mismo lenguaje. Pero no se debe
utilizar esta vía para asediar la privacidad del adolescente.
Se
puede ser un padre o una madre moderna en cuanto a la tecnología, el
lenguaje y la vestimenta, pero no se puede igualar o competir con los
herederos. Se debe respetar la diferencia generacional que existe entre
padres e hijos. Esto no quiere decir que padres e hijos y madres e hijas
no puedan compartir el gusto por el estilo y la forma de vestir y la
afición a la tecnología, pero habrá algo del estilo propio de cada uno
que resaltará el rol de cada quien.
Lo esencial en esta etapa es:
-
Mantener la comunicación abierta, clara y explícita.
-
Mostrar interés en sus temas.
-
Evitar criticar sus sueños, gustos e ideas.
-
Darle opciones o sugerencias, pero tratar de no coartar su independencia.
-
Confiar en ellos, en sus palabras y comportamiento.
-
Negociar las libertades y explicarle los limites para cada una de ellas.
-
Respetar su estilo y preferencias en su vestimenta, música, aficiones.
-
Dejar los prejuicios en la imagen y entender que también es una forma de expresión.
Lic. Arisleydi Sánchez Guzmán
Máster en Psicología Clínica Infanto-Juvenil
Experta en Abuso Sexual Infantil
Especialista en Violencia Intrafamiliar
Centro Vida y Familia Ana Simó
809.566.0948 | Twitter: @ArisLeydiSG
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