La familia es un sistema vivo en constante evolución
que a su vez genera crisis y estadios de transición. Se mueve entre dos
polos, la seguridad de lo conocido y la experiencia del cambio frente a
la adaptación a los nuevos procesos que condicionan su modificación.
Durante su ciclo vital debe crecer y madurar, es
decir, a través de sus procesos la familia se va enriqueciendo mediante
la formulación de pautas funcionales y de autonomía, que permitan el
aprendizaje y desarrollo de cada uno de sus miembros a nivel individual;
y como parte integral del sistema en armonía, amor y equilibrio dentro
de sus distintas culturas y creencias.
La familia dominicana se encuentra en constante
transformación, no solo por el aspecto cultural; sino también por los
procesos adaptativos producto de los retos que se ha visto obligada a
enfrentar con las crisis económicas y sociales. En la actualidad, la
falta de valores, como el respeto y la tolerancia, el predominio del
control y el poder han sustituido la afectividad como fuente de
humanización de los individuos, colocando a la familia en una situación
de vulnerabilidad que refleja el estado general en que se encuentra la
sociedad.
Debemos tener como meta fomentar en nuestros hijos e
hijas una comunicación asertiva, capaz de transmitir las emociones de
manera adecuada, sin ira, sin culpas, sin manipulación y sin violencia.
Su reproducción ocurre cuando modelamos como padres las pautas de
violencia que posteriormente se perpetúan con las generaciones
siguientes, pues nuestra práctica enseña lo que ellos serán después.
Por tal razón se hace necesario un cambio de actitud frente a la
violencia que desproporcionadamente ataca nuestras mujeres y niños de
una forma desgarradora. Estamos desbordados con medios de comunicación
que muestran lo peor que se puede tener como ser humano la falta de
valor por la vida. Urge el continuar trabajando de manera incansable por
sembrar en nuestros hijos e hijas una cultura de paz y de respeto por
la vida.
La familia, como base de nuestra sociedad debe tener
en cuenta estos retos para asumirlos con responsabilidad y firmeza,
fortaleciendo los lazos de amor y protección y fomentando la cercanía
con nuestros seres queridos.
Es tiempo de dirigir con conciencia, de brindar amor y
mostrar solidaridad, sin importar el lugar en que estemos o las
limitaciones que podamos tener debemos aunar esfuerzos por producir en
el entorno que nos toque un cambio social mediante un cambio de actitud
personal que trace la pauta de una nueva generación sensible y dispuesta
a combatir sus males de manera directa y activa. Si sumamos nuestros
pequeños granos de arena se puede sostener un mar de humanidad.
Dra. Patricia ReynaTerapeuta Familiar y de Parejas
Centro Vida y Familia Ana Simó
Twitter: @PatriciaReyna
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