“Lo
siento, es la primera vez que me pasa”, así suelen excusarse los
hombres que sufren eyaculación precoz, antes de admitir su problema.
¿Qué es la eyaculación precoz? Es la incapacidad del hombre que tiene
sobre el control del reflejo eyaculatorio, que se produce en menos de
dos minutos o un minuto. Además, en la mayoría de las veces por lo menos
en un período consecutivo de cinco a seis meses.
También
que sean muy pocos los movimientos pélvicos, y que su pareja no logre
el orgasmo. Claro hay que evaluar si es que la mujer no logra el orgasmo
por la eyaculación rápida del hombre o porque ella tiene otro problema.
Numeritos
Eyaculación
rápida o prematura, es el tipo más común de disfunción sexual, en los
hombres menores de 40 años, más común entre 18-30 años), pero puede
ocurrir en conjunto con una impotencia secundaria en hombres entre 45 y
60 años.
Las causas son varias:
Una de las más importantes es la masturbación rápida durante la adolescencia.
La
poca experiencia sexual: cuanta menor es la experiencia sexual, mayor
es la incidencia de este trastorno. La mayor parte de los chicos lo
sufren en sus primeras relaciones sexuales.
Otra
causa muy frecuente es la ansiedad sexual. El nerviosismo, propio de
muchas relaciones sexuales, provoca que la eyaculación surja antes de lo
deseado. Las personalidades tendentes a la preocupación o a la ansiedad
tengan una mayor presencia de esta disfunción, o lugares donde se teme
que alguien les descubra.
La
eyaculación precoz puede sobrevenir de manera repentina. Cuando un
hombre sufre una eyaculación extra vaginal o al poco tiempo de la
penetración, este episodio negativo empieza a generarle una gran
preocupación. El afectado teme que este episodio vuelva a repetirse y
este pensamiento negativo le adelanta el suceso.
Entra
en una especie de círculo vicioso. Además, es más frecuente cuando la
pareja sexual es una mujer con la que se tiene poca confianza, lo que
ocurre con parejas sexuales nuevas.
La
autoestima de los chicos u hombres con esta disfunción sufre un duro
golpe. Los afectados suelen tener menos seguridad en sí mismos, sobre
todo, ante el sexo opuesto, tienden a evitar el contacto afectivo e,
incluso, suelen mostrar comportamientos de irritación.
Aunque
no es habitual que ocasione problemas psicológicos graves, “a veces
puede generar depresión grave”, apunta el doctor Szemat. En las parejas
con una buena comunicación, se sufre el problema, pero el conflicto que
crea es menor. En aquellas con problemas añadidos o que tienen falta de
habilidades para comunicarse, este problema provoca una afectación
mayor. De ahí la importancia de que se tenga en cuenta este aspecto en
los programas de tratamiento.